
Ella nunca habla, solo oye y observa.
Sus grandes orejas perciben todo sonido emitido, enviando el lugar de procedencia a sus también enormes púpilas, moviendo su enorme cabecita de un lado hacia otro absorviendo información...
Si alguna vez la deseas ver, buscala en noches de luna llena o simplemente cuando la lluvia rocie con sus gotas el frondoso bosque.
( También existen variantes, como La Ñañara domestica o La Ñañaritinga de las Nieves ).